Velázquez (2010:26) sostiene que “las actividades en la clase de Educación
Física deben prestar atención a los sentimientos de felicidad de los alumnos;
pero también hay que atender al hecho de que si los participantes se sienten
más satisfechos con el juego, participarán en él con mejor disposición y se
favorecerá el proceso de enseñanza-aprendizaje”. Es así como el aprendizaje
está íntimamente relacionado con la inclusión del juego cooperativo, puesto que
su núcleo central ahonda en la valoración del alumno como persona y en su progreso
en el ámbito académico.
Las consecuencias educativas que se derivan del uso de esta alternativa
metodológica en la Educación Física escolar, son especialmente ricas si optamos
por una acción pedagógica en la que el proceso toma un mayor protagonismo.
Entre ellas cabe destacar:
La posibilidad de recibir retroalimentación a lo largo de todo el proceso
de aprendizaje de una habilidad motriz, hecho inviable con otros métodos en los
que la retroalimentación es aportada por el maestro. Se da una mayor
posibilidad de interiorización cognitiva de la acción motriz, pues los alumnos
deben observar y analizar la actividad en la que está implicado el grupo, no sólo
con el fin de realizarla de forma adecuada, sino además con el fin de
proporcionar información a los compañeros para que también ellos mejoren y se
consigan los objetivos con mayor facilidad.
Las actividades lúdicas cooperativas son un buen medio para el progreso en
las capacidades motrices, para la exploración creativa, para la participación cognitiva
en el aprendizaje y para la búsqueda de estrategias de interacción,
favoreciendo la participación y la auto aceptación.
Castillo, F (2014) El juego
cooperativo como herramienta de aprendizaje